jueves, 29 de noviembre de 2007

RECIEN TE FUISTE



Te escribo esta ausencia como una langosta
en el jardín donde escupí sangre por no estar lo suficientemente despierta.
Recuerdo que los calendarios siempre estaban atrasados
mientras bajo varias luces yo transparentaba mi acertijo:
los otros dos o tres que me acompañaban
jugaban a limpiarse de entendimiento.
Te escribo esta ausencia como contándote mi vida.
Ayer tuviste una preclara belleza
y hoy día te fuiste como con lágrimas
a bautizar la tierra un poco más al sur donde tu cuerpo sintió frío la primera vez.
Era especialmente sensible a las palabras despiertas
pero toda la farra y la velocidad me llenaban los ojos de cruces ceremoniales.
En invierno severo recorría la lluvia por montones.
Abajo de cualquier edificio bebía con mis amigos
que ahora se los tragó la tierra.
Una vez conseguí burlar al enemigo.
Yo no tengo soledad lo suficientemente rápido.
Un par de días me desbarandé por casas extrañas
y al final de la oscuridad alguien dijo mi nombre
como para estamparme en la vida:
Aquí me ves haciendo cabriolas que nadie entiende
a pesar de que traduzco mi mirada al idioma de los bares.
Te escribo esta ausencia demasiado pronto pero el cáncer y todo lo demás.
Cuando empecé a conocer poetas fui conciente de la agricultura.
Un caballo más un pez son una musa.
Una herramienta menos la musa es lo inútil
que ciertamente es un poema
que ciertamente es el poeta.
Millones de estrellas para no decir nada.
Después mi vida se fue volviendo interesante
con todas esa cicatrices en la cabeza
en las manos y en mis platos de comida.
Incluso el truco de hacer desaparece el ombligo.
Cuando no podía cantar el réquiem
cazaba lagartijas manchándome las manos con lo reptil de la congoja.
Pero nunca pude dejar de defecara pesar de haber leído tantos libros.
Varias veces la pretendida tristeza y el miserable corazón
para después tener que echar a la broma esta ausencia que te escribo.
Es cierto que existen animales mortales tanto como lo insecto que somos.
Hay tantas cosas ciertas
que ya no sé cómo lograr que me creas el abismo.
Te escribo esta ausencia para podar los árboles
y no para venderte la religión de los fantasmas.
Te la escribo para acotar espacios
para no botar más flema
para contarte un poco de eso que nunca te podré contar.